Juicios y buenas compañías

Aunque has escuchado “No juzgues”, juzgar es inevitable en la vida diaria. Debido a las acciones y al comportamiento de la gente, apruebas o desapruebas. Pero siempre recuerda que todo está cambiando, de modo que no te quedes adherido a los juicios. De otra forma, los juicios se solidifican en ti como una roca. Trae miseria para ti y para otros.

Si los juicios son livianos como el aire, como una brisa, y traen fragancias, entonces, sigue adelante. Pueden traer mal olor, entonces, sigue aléjate. Ellos no deben quedarse para siempre.

Los juicios son tan sutiles que no estás consciente de su existencia. Juzgar o etiquetar a alguien como crítico es también un juicio. Sólo en el estado del Ser, cuando estás lleno de amor y compasión, puedes estar libre de todo juicio.

Aún así, el mundo no puede moverse sin juicios. Hasta que juzgues algo como bueno o malo, no puedes hacer acción alguna. Si ves manzanas podridas en el mercado, dices: “No son buenas”. Compras las buenas. Si alguien te miente diez veces, piensas que la próxima también puede ser una mentira. El juicio se produce automáticamente.

Mira las posibilidades de que la gente y las cosas cambien en cualquier momento, y no te ates a los juicios.

Necesitas juzgar tu compañía. Tu compañía puede elevarte o dejarte caer. La compañía que te arrastra hacia la duda, el desaliento, la culpa, las quejas, la ira, la desilusión y los deseos, no es buena compañía. La compañía que te eleva hacia la alegría, el entusiasmo, el servicio, el amor, la confianza y el Conocimiento, es buena compañía.

Cuando alguien se queja, primero escucha, después asiente, después simpatiza, después te quejas.

Robert dice: “Unete a la fiesta.” Denise dice, “Confieso que tienes toda la razón.” (risas)

Tu compañía puede crearte el infierno en el paraíso… o el paraíso en el infierno. Juzga por ti mismo…!