Preocupación y sentimientos

La cabeza se preocupa y el corazón siente. No pueden funcionar en simultáneo. Cuando los sentimientos dominan, la preocupación se disuelve. Si te preocupas mucho, tus sentimientos están muertos; estás atascado en la cabeza. Preocuparte hace que tu mente y tu corazón se vuelvan inertes y apagados. Las preocupaciones son como una piedra en tu cabeza. Te enredan. Te ponen en una jaula. Cuando sientes, no te preocupas.

Los sentimientos son como flores, surgen, florecen y mueren. Los sentimientos surgen, caen y desaparecen. Cuando los sentimientos son expresados, sientes alivio. Cuando estás enojado, expresas tu enojo y en el próximo momento estás bien. O estás triste, lloras y lo superas. Los sentimientos duran unos pocos momentos y luego caen, pero la preocupación te carcome por más tiempo, y, eventualmente, te come a ti.

Los sentimientos te hacen espontáneo. Los niños sienten, entonces son espontáneos. Los adultos frenan sus sentimientos y empiezan a preocuparse. Preocuparse por cualquier cosa obstruye la acción mientras que los sentimientos provocan la acción. Preocuparse por sentimientos negativos es una bendición porque pone un freno en esas emociones, previniendo que actúes a partir de ellos. Usualmente uno nunca se preocupa por los sentimientos positivos. Las preocupaciones son inciertas. Preocuparte te quita energía; no puedes pensar con claridad cuando te preocupas. Ofrecer tus preocupaciones es rezar y rezar te mueve al sentimiento. Cuando piensas que estás sintiendo demasiado entonces te empiezas a preocupar acerca de tus sentimientos. ¡No nos preocupemos y sintamos nuestra comida!