Fe y Razón

La razón es tambalearse en lo conocido. La fe es moverse en lo desconocido.

La razón es repetición. La fe es exploración.

La razón es rutina. La fe es aventura.

Son completamente opuestas, y aún así, parte integral de la vida.

No tener fe en sí mismo es una desdicha; la fe reconforta instantáneamente. Mientras la razón te mantiene sano y sobre el suelo, ningún milagro puede suceder sin fe. La fe te lleva más allá de las limitaciones. En la fe, puedes trascender las leyes de la naturaleza, pero necesita ser pura. La fe está más allá de la razón, ¡pero necesitas tener fe en tu propio razonamiento! La fe y la razón no pueden existir una sin la otra. Cada razón está basada en algo de fe. Cada vez que la razón o la fe se quiebran, prevalece la confusión y el caos, lo cual es a menudo un escalón para crecer.

Hay dos tipos de fe. La fe que surge del temor, de la codicia y de la inseguridad; y la fe que surge del amor como la fe entre la madre y el hijo, entre el Maestro y el discípulo. Mientras la fe que proviene del amor no puede romperse, la fe que surge del temor y de la codicia es poco estable.

Un ateo basa su postura en la razón, y un creyente, en la fe. ¡Un creyente usa a Dios como póliza de seguro! Piensa que él es especial. A los ojos de Dios no hay “lo mío” y “lo de otros”; todos son iguales. Un ateo racionaliza para mantener sus ojos abiertos a la realidad. ¡La muerte los hace temblar a los dos! Cuando alguien cercano muerte, los ojos de un ateo están abiertos y la fe de un creyente  se rompe. Sólo un Yogui – un sabio – permanece inmutable. Porque esa persona ha trascendido ambas, la razón y la fe. 

Necesitas un balance entre la fe y la razón.